Esta mañana he leído que unos suizos han demostrado que si susurras el oído izquierdo cuando quieres ligar, tus posibilidades aumentan considerablemente.
Y lo que yo pienso es que ya podrían haber hecho este estudio hace 40 años, porque me hubiera ayudado un montón.
Verás.
Cuando yo era un pipiolín, mi método para ligar era bastante desastroso.
Consistía en vestirme con mis mejores galas, ir a una discoteca a dar un par de vueltas buscando a la que esperaba que fuera la mujer de mi vida, y colocarme estratégicamente frente a ella.
No demasiado cerca para no presionarla, pero tampoco excesivamente lejos para que pudiera verme.
O sea, que me ponía al otro lado de la pista.
Y entonces sacaba la que yo creía que era mi mejor arma: La mirada.
Me apalancaba allí, enfrente de ella con un cubata en la mano, y moviéndome ligeramente de un lado a otro simulando que bailaba, la miraba con insistencia.
Sin intimidarla, pero con insistencia.
Si me devolvía la mirada, aunque fuera por error, lo que hacía era cambiarme de sitio a ver si me buscaba.
Y si lo hacía, lo que esperaba era que con su mirada me invitara a ir hasta donde estuviera, o mejor aún, que viniera hasta donde estaba yo.
¿Cuántas chicas crees que conseguí ligarme así?
Pues eso, ninguna.
Hoy sé que no podía esperar un resultado mejor con una estrategia tan improductiva.
Pero en aquellos tiempos no entendía cómo era posible que no sucumbieran a mi penetrante mirada.
Quizá te estés preguntando que por qué te cuento esto, y que qué tiene que ver con los negocios.
Pero la realidad es que sí que tiene que ver, y mucho.
Porque ligar es como vender.
O vender es como ligar.
Y si lo piensas, muchísimos pequeños empresarios y emprendedores utilizan mi misma improductiva estrategia para su negocio.
Porque abren su local en una ubicación que esperan que sea visto.
Lo visten como mejor les gusta a ellos, que no a sus clientes potenciales.
Y esperan que sólo por eso se les llene el negocio de gente rendida por un espectacular producto o servicio que no se han preocupado de explicar claramente.
Y luego se extrañan, como me extrañaba yo, de que no vendan lo que les gustaría.
Pero esto tiene solución.
Y la podemos ver en los 90 minutos que dura mi consultoría.
Disfruta del día!
Rafael Valero
PD – Si crees que estás hablando en el oído incorrecto de tu cliente, ya sabes, dale clic al enlace de arriba.