Yo tenía un administrativo que no paraba de quejarse.
Se quejaba por todo.
Que si la silla era incómoda.
Que si el horario de salida no le permitía llegar a tiempo a su entrenamiento.
Que si el sol que entraba por la ventana no le dejaba ver bien la pantalla del ordenador.
Que si la cafetera no calentaba el agua a tope…
Era muy cansino.
Al principio me venía a mí con el cuento.
Pero yo, que ya tenía suficientes problemas, lo que hacía era darle largas diciéndole que no fuera tan quejica y que se centrara en su trabajo.
Aunque claro, tal y como descubrí más tarde, mi postura no fue la más inteligente, porque este empleado al ver que no le hacía caso dejó de venir a quejarse a mí, y empezó a comentar su insatisfacción con el resto de compañeros.
Y ahí sí que se complicó el tema.
Porque lo que yo pensaba que eran quejas de un tocanarices, se convirtió en casi una revolución en la empresa porque todos secundaban al quejica.
Afortunadamente logré pararlo y reconducirlo a tiempo, pero no antes de que la productividad bajase estrepitosamente y que el ambiente hubiera pasado del buenrrollismo a la incomodidad más absoluta.
Lo que aprendí de este susto es que cuando un empleado se queja hay que escucharlo.
Escucharlo y saber diferenciar cuándo es una queja real que le provoca insatisfacción y cuándo es una queja maliciosa que sólo busca calentar el ambiente.
Porque de no ser así, puede que lo que a ti te parece que está genial se convierta en un infierno.
Y creo que no hace falta que te diga que si tus empleados no están contentos da igual lo bueno que sea lo que vendes, porque dejará de venderse.
Así que si en tu empresa te viene un empleado con una queja, sea la que sea, o descubres que alguno se está quejando a sus compañeros, HABLA CON ÉL.
Mételo en el despacho, o llévatelo a tomar un café, y escucha sus argumentos.
Si la queja es maliciosa, que no te tiemble el pulso y despídelo aunque sea tu mejor empleado, porque no sólo no irá a mejor, sino que empeorará.
Y si es otro tipo de queja más productiva, o incluso por desfogue, razónalo e intenta dar solución, o marca un plazo máximo para ello si es que no puedes afrontarlo en ese momento.
Pero ni los ignores, ni te quejes de los que se quejan, porque por mucho que te moleste que algunos sean tan tiquismiquis, al final son tu mayor activo y pueden hundirte el negocio.
Disfruta del día!
Rafael Valero
PD – Hoy no te he contado nada de mi fantástico retiro de 15 días acompañando a mi pareja en sus vacaciones, porque no todo pueden ser días buenos. También hay días de playa.
PD – Mañana más.