Cuánto vale tu empresa

Estoy convencido de que alguna vez te habrás parado a pensar que cuánto vale tu empresa.

Ya sea porque no te esté yendo todo lo bien que te gustaría, y quieras quitártela de encima.

Porque estés creciendo demasiado, y pienses que es el momento perfecto para venderla.

O simplemente, porque como yo, seas de los que cree que una empresa se debe montar para ser vendida.

Sin embargo, la mayoría de los pequeños empresarios tienen un concepto demasiado optimista del valor que realmente tienen sus negocios.

Básicamente, porque a la hora de valorar cuánto valen sus empresas, se centran en conceptos equivocados.

Así que lo que voy a hacer hoy, es contarte a grandes rasgos en qué te tienes que basar para poder hacer tú mismo una valoración aproximada.

Y así determinar si tu empresa es de verdad vendible o no, y más o menos por cuanto.

Que verás que no es tan simple como pudiera parecer a primera vista.

 

 

Una empresa se crea para ser vendida o reproducida

En alguna ocasión ya te comenté que el fin principal de montar un negocio es poder venderlo.

Aunque tu intención inicial no sea ni de lejos esa.

Y aunque sé que es un principio difícil de asimilar, créeme que es la principal clave del éxito de cualquier negocio.

Porque si te basas en ello para crearlo y gestionarlo, lograrás verlo como un producto que has de preparar lo mejor posible, para poderlo vender o reproducir.

Y con esto en mente, todo lo que hagas irá encaminado a hacerlo impecable para poder ponerle un precio más alto y sacar mayor beneficio.

¡Vamos!, algo parecido a lo que ya estarás, o deberías estar haciendo, con los productos o servicios que comercializas.

Que es de aquí de donde sale el famoso dicho de que un emprendedor debe trabajar sobre su empresa, como creador de un concepto del negocio, y no en la empresa como un trabajador más.

 

Un emprendedor viene a ser como un alfarero

Una comparación simple de este principio, podríamos hacerlo con el símil en el que tú fueras un alfarero (Entendiendo alfarero como el emprendedor).

Que has tenido la idea de crear una figura (entendiendo figura como la propia empresa).

Y que si la trabajas y moldeas lo mejor posible hasta que esté completamente a tu gusto, una vez que esté acabada vas a poder:

  • Venderla y sacarle un alto beneficio.
  • Explicarle a otros alfareros cómo hacer una figura idéntica a la tuya para que ellos también puedan ganar dinero con ello
  • O simplemente ponerla en una estantería y disfrutar de tenerla ahí.

 

El Punto Inicial de Venta

La cuestión es que para que puedas ponerle precio a tu negocio, lo primero que vas a tener que hacer es llevarlo hasta lo que se denomina punto inicial de venta.

Que es ese momento en el que lo que pidas por él estará perfectamente justificado desde un punto de vista financiero y también comercial.

Y llega en el momento en el que cualquier persona, siguiendo las adecuadas indicaciones que tú mismo le des, sea capaz de obtener los mismos resultados que obtienes tú, o incluso mejores.

 

Que lleves tu empresa hasta su punto inicial de venta no significa que tengas que venderla. 

 

Significa que si logras llevarla hasta ahí, habrás creado un negocio capaz de funcionar y generar suficientes beneficios sin que tú tengas que estar necesariamente presente.

O, también, que si tu idea no fuera venderla, que pudieras dejarla en manos de un gerente, que siguiendo tus indicaciones, podría gestionarla perfectamente.

Mientras tú te liberas al 100% de tener que ir a trabajar cada día, y así poder dedicarte a otros proyectos, o a vivir la vida.

 

El error a la hora de calcular cuanto vale tu empresa

Sin embargo, como te decía antes, cuando un pequeño empresario se pone a calcular cuánto vale su empresa, suele equivocarse, por regla general, en las bases del cálculo.

Porque lo que hacen mayoritariamente es centrarse en la facturación que ha estado logrando en los últimos meses o años.

Y, como mucho, le suman el valor de la maquinaria, los equipamientos, las herramientas, y los vehículos. 

Aunque también suelen ser muy optimistas en esto, pues apenas les restan un poco de valor en comparación con el que pagaron en su día.

En lugar de basarse en el precio real del mercado según el momento y el estado en el que estén.

La cosa es que, dejando a un lado el equipamiento y la maquinaria que se pudiera tener, para saber cuánto vale una empresa, uno no sólo puede basarse en lo que ha estado facturando.

Sino que, por el contrario ha de basarse, quizá con más intensidad, en lo que es capaz de facturar la empresa en el futuro.

Entre otras cosas, porque en el pasado quien ha estado a los mandos de la empresa has sido tú mismo.

Y quien la comprara puede que no fuera tan bueno como tú, o que no tuviera la misma capacidad comercial.

 

3 puntos fundamentales para calcular el valor de tu empresa

Para saber cuánto vale tu empresa, sacarle un buen beneficio, y que quien la compre también sea capaz de sacarle rentabilidad a la compra.

Vas a tener que poner todo tu empeño en los siguientes 3 puntos fundamentales:

 

1# – La empresa debe demostrar rentabilidad económica

El primero y quizá el más básico, el de demostrar unos estados financieros y contables que representen que el negocio es rentable y sólido.

Es decir, que no sólo te va a valer con decir cuánto has facturado en períodos anteriores.

Sino que, además, vas a tener que demostrar qué beneficio te ha estado dando, qué costes has estado teniendo y por qué.

Y, en definitiva, que la estabilidad financiera es firme.

 

2# – La empresa ha de tener una estructura sólida

El segundo punto fundamental es que la empresa debe estar perfectamente estructurada y disponer de procesos y sistemas puestos por escrito.

Y éstos han de especificar cómo debe funcionar cada una de sus actividades. 

Desde la comercial, pasando por la operativa, la administrativa, la facturación, el personal, etc.

Porque que tú sepas cómo hacer funcionar tu empresa y que para ti sea fácil, no implica que quien la vaya a comprar sea capaz también de saber cómo hacerlo. 

Así que piensa que deberás demostrar con el paso a paso de cada una de las tareas puestas por escrito, cómo la empresa funciona correctamente.

 

3# – La empresa debe demostrar viabilidad comercial

Y el tercer paso, que es el que por regla general más se olvida, es el de que el negocio deberá demostrar una clara viabilidad comercial.

Con la que gracias a sus productos y servicios es capaz de satisfacer una necesidad real del mercado, que no puede ser puntual.

Para que así pueda seguir siendo explotado durante muchos años.

Y este punto es especialmente importante, porque a no ser que tu negocio facture a base de cuotas periódicas.

Que es más fácil de evaluar.

Lo cierto es que es verdaderamente difícil adivinar cuánto se podría llegar a generar, especialmente si lo que vendes es muy puntual.

Por eso, en este paso es especialmente importante añadir cosas como:

  1. Contratos a largo plazo con partners que garanticen un mínimo de facturación
  2. Estadísticas de repetición de compra de clientes
  3. Y cualquier otro dato que demuestre de algún modo que aunque tú dejes de estar en la empresa, su nuevo propietario va a poder tener una facturación determinada.

 

Conclusión

Y ya está, la verdad es que poco más puedo contarte a este respecto.

Porque aunque sí que podría alargarme mucho más, lo cierto es que ya entraríamos en detalles más específicos que no son el fin de mi mensaje

Pues lo que yo pretendo en realidad, es hacerte ver que saber cuánto vale tu empresa para venderla, o para simplemente conocer su valor, no es tan simple como sumar la facturación de años anteriores, y ya está.

Sino que por el contrario, has de tener muchas otras cosas en cuenta.

Sobre todo, si lo que quieres es no sólo beneficiarte por su venta, sino que, además, que quien lo adquiera también salga beneficiado.

Y no te desanimes porque tu empresa no tenga todo esto que te he comentado, porque poder tenerlo es sólo cuestión de querer.

 

Así que yo te invito a que tanto si la quieres vender, como si no se te pasa por la cabeza ni de lejos, hagas lo posible por llevarla hasta su punto inicial de venta.

Porque como mínimo lograras:

 

Además, verás que si te planteas hacer esto que te digo, no sólo tus acciones y tu manera de pensar con respecto a la empresa cambiarán positivamente.

Sino que, además, ya sólo querrás centrarte en mejorar los procesos contínuamente.

Dejando a un lado tareas técnicas del día a día, delegando funciones que hasta ahora te parecía que era imprescindible que las ejecutases tú personalmente.

Y verás como con esta nueva mentalidad, trabajar sobre ella se clarificará, se hará más fácil y también más motivante ir a trabajar a diario.

 

Hasta la próxima.

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